viernes, 2 de septiembre de 2011

El “enamoramiento” es nocivo para la salud


Conoces a alguien y te parece maravilloso, después de unos días de compartir con el sentís que estas enamorada! El enamoramiento es esa etapa en la que tenés la sensación de mariposas en el estómago. Y en la que sufrís taquicardia cada vez que suena tu celular y ves en la pantalla que te está llamando Él, tu nuevo candidato.

Curiosamente notas más pájaros que cantan y revolotean por tu camino durante el verano y el frío deja de ser dramático durante el invierno. Realizas todas tus tareas con imposibilidad de deshacerte de tu cara de idiota sonriente. Tu estado de climax emotivo es tan ilimitado que inclusive reis con extraños que hacen chistes en el autobús.

En las noches suspiras pensando en ese hombre, planeás, soñás, imaginás situaciones hermosas en tu nuevo y prometedor futuro sentimental. Empezas a llegar “ojerosa” al trabajo gracias a las eternas conversaciones nocturnas ya sea en vivo, por teléfono, chat o webcam con tu galán.

Le contás a tus amigas hasta el último detalle de tu “más reciente adquisición amorosa”, lo describís como si fuera todo y más con lo que siempre sonaste. Sos tan dichosa que intentas emparejar a tus amistades con los amigos de tu nuevo amor: qué sería más maravillo que lograr formar un grupo de parejas amigas?

Todo marcha viento en popa: las cenas, regalos, detalles son tan maravillosas como su personalidad. Llegás al momento tan esperado del sexo y pensás : “afín encontré al hombre que es para mí”. Tu vida ha dado un giro inesperado, hay esperanza, ilusión, felicidad, romanticismo…  

Empezás a mencionarlo a menudo a tus familiares para que vayan asimilando a tu nueva pareja y tenés tu teléfono móvil saturado de fotos con él.

Sí… la vida es buena, el enamoramiento es parte de tu vida. Las semanas pasan y notas como la relación va avanzando y se va fortaleciendo, te has dedicado a conocer a una persona maravillosa y no te has equivocado en tu elección. Han empezado a crear recuerdos como pareja y eso te emociona. Tu suegra te cae más que bien y la valorás por el excelente trabajo que hizo criando a su hijo.

Ya no estás soltera y por ello, le das charlas motivacionales a tus amigas que sí lo están: “tranquilas chicas, a mí me pasó, a ustedes también les pasará y conocerán al hombre de sus sueños”.

Has pasado unos cuantos meses con tu novio y sentís (y sabés con certeza) que lo conocés mejor  que lo que él se imagina. Te empezás a adelantar a sus respuestas y él te preguntará con cierto sabor amargo en su boca “¿tan predecible soy? ” y vos responderás “no sos predecible, lo que pasa es que te conozco”.

Ya han pasado unos 6 meses desde que están juntos y deciden tomarse un fin de semana de paseo. Sos una persona estresada pero haces hasta lo imposible para que él no crea que sos controladora o que desconfiás de lo bien que va a salir el viaje íntimo de la pareja idílica. Llegan a un hermoso lugar y después de unas horas , como si te pateara un burro en la nuca, miras a tu alrededor el caos en el que se ha convertido esa coqueta habitación que hace unas horas alguien había dejado impecablemente limpia, ordenada y perfumada para ustedes. Tu novio se pasea desnudo esquivando atléticamente todas las pertenencias que dejó tiradas en el piso. Inspirás profundamente para aliviar la sensación de “explosión de sesos” que estás experimentando. No podés ser mandona, ni controladora, ni molesta. Encontrás la manera sutil y tierna de insinuarle que ordene sus pertenencias.

Sentís que todo mejora y te dan ganas de tener sexo (así aprovechas para terminar de relajarte). Cuando están ardiendo en pasión empieza a sonar su celular con un ringtone diferente al genérico:  es su madre! Él deja que suene un par de veces, pero a la segunda o tercera llamada te deja “un segundo” para contestar (¿Por qué no puede dejar el celular en “silencio” si están juntos de paseo?). Una vez que ha hablado con la señora, el teléfono vuelve a sonar con el mismo ringtone: ¡sorpresa, la mujer había olvidado comentarle algo! Una vez que termina con la llamada te dice “en qué estábamos?” y con una sonrisa asentís a seguir con el jugueteo… Cuando la madre llama por tercera vez sale tu “verdadero yo” y le decís: ¿no tiene con quién hablar tu mamá?

Él te explica y te pide que lo comprendás, que no te enojes y promete que no contestará más… Hasta que le entra un mensaje de texto en el telefóno, en ese momento le lanzas una amenaza que hace que Lorena Bobbit parezca un ángel al lado tuyo. Él comprende tu amenaza y decide no revisar el mensaje… ni bien terminan de tener sexo, revisa el mensaje y se retira a realizar una llamada: el trabajo.

Esa noche no podes dormir tranquila. Tu mente está saturada de preguntas. Te es imposible entender cómo ese hombre familiar, maravilloso y trabajador pasó a ser un “niño de su mamá”, desordenado y workaholic.

Hay algunas a las que les toma menos de 6 meses, pero el promedio esta alrededor de esa fecha. Cuando dejamos atrás el enamoramiento y vemos a la persona como realmente es se nos mueren muchas ilusiones. Si al llegar a una edad en tu vida, analizas cuanto tiempo duraron o fuiste muy feliz en muchas de tus relaciones, notarás que estos datos no son falsos: 6 meses! De ahí en adelante el “tenemos que hablar” puede aparecerse en cualquier momento.

Un problema serio se nos presenta a las que hemos tenido romances que por razones ajenas a nuestro control (trabajo, estudio o exilio) no pudieron llegar a la etapa de ver “las cosas como son”. Gracias a ello pasamos el resto de nuestra vida recordando a “aquel novio” como si fuera un ideal. Lo patético no es recordarlo así, lo patético es cuando nos proponemos a reencontrarlo, movemos cielo y tierra, lo tenemos ahí, justo frente a nuestros ojos  y nos golpea la triste realidad: es igual a todos!

Por todo eso decí NO al enamoramiento y SI a la realidad! Evítate el dolor de cabeza y valorá desde el principio si te lo podes aguantar tal y como es o si no…. NEXT.

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